El palacio de Dávalos

El palacio de Dávalos

Un palacio convertido en Biblioteca

El palacio de los Dávalos, como es conocido tradicionalmente el edificio en el que hoy se aloja la Biblioteca Pública Provincial de Guadalajara, se comenzó a levantar, a comienzos del siglo XVI, por don Hernando de Avalos Carrión, casado con doña Catalina de Sotomayor, siendo continuado, ya en la segunda mitad de esa misma centuria, por su hijo don Hernando Dávalos y Sotomayor.

De aspecto severo, en un costado de la cuestuda plaza que lleva su nombre, es el típico gran caserón castellano construido para uso de una familia noble, acompañada de multitud de criados, y se atiene a las normas italianizantes que en otros edificios de la ciudad se fueron levantando desde comienzos del siglo XVI. Su fachada es ostentosa, mostrando un patio cuadrangular con arquitrabes, varios salones con artesonados, y galerías abiertas a un corral o caballerizas. La actual restauración ha conservado en esencia esa disposición, aunque adecuando sus espacios para un uso público y cultural.

En el extremo esquinero de la mansión, dando a la plaza, se abre la gran portada de estilo manierista serliano. Se trata de una puerta coronada por friso con modillones y escudos varios, ya muy desgastados. A los lados intentan pelear dos caballeros armados. Se suma de un balcón (que corresponde a una sala de magnífico artesonado) que remata un escudo nobiliario con las armas de los Dávalos y Sotomayor. Es obra de la segunda mitad del siglo XVI.

La pieza más destacable del palacio es el patio central, un espacioso y hermoso ejemplar de principios del siglo XVI, dentro de lo que se ha dado en llamar renacimiento alcarreño, porque en él aparecen unos capiteles peculiares, que ya estudió don Elías Tormo y Monzó como propios de las primeras obras plenamente renacentistas, y que en Guadalajara fueron introducidos por la familia Mendoza, protectora de las artes. Quizás interviniera en este palacio el arquitecto al servicio de los Mendoza, el segoviano Lorenzo Vázquez, introductor (tras un largo viaje por Italia) de modos y ornamentos itálicos en el arte castellano.

Tras sufrir un bombardeo en la Guerra Civil española de 1936‑39, se perdió una parte de este patio, aunque se ha podido salvar lo más peculiar de él, con sus dos órdenes de galerías con vanos arquitrabados, columnas de piedra, capiteles del estilo mencionado, y escudos tallados en los de las esquinas. Sin duda es un magnífico ejemplo de la solemne arquitectura señorial del Renacimiento alcarreño.

Aún podemos admirar, en las estancias del primer piso, dos magníficos alfarjes o artesonados. Uno de estilo mudéjar, en forma de gran artesón, con escudos pintados, y otro en la sala esquinera de la primera planta, de estilo plateresco, obra probable de los artistas locales Gaspar de Yebes y Alonso de Bustares: está muy bien conservado, dorado y policromado, llano, con grandes florones en los casetones, componiendo valiosísimos dibujos donde se desborda la imaginación plateresca renacentista. El conjunto de techumbres, de tradición mudéjar pero con plena intención y desarrollo renacentista, es otro de los motivos por los que merece admirarse este palacio, hoy dedicado plenamente a la cultura y el encuentro.

Antonio Herrera Casado, Cronista Provincial de Guadalajara

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